Cultura empresarial y excelencia
Existe una línea de unión poco visible, pero sin duda fuerte, entre la cultura empresarial de las organizaciones y su nivel de excelencia. Asimismo, hay una clara correlación entre la excelencia y el éxito. Sin embargo, en estos momentos en los que el retorno inmediato de resultados es lo que prevalece, parece que esa ecuación (cultura empresarial/excelencia/éxito) no existiera.
Es cierto que nuestro país se ha caracterizado por prestar una escasa cultura empresarial, con algunas notables excepciones. Ello obedece, entre otras razones, al nivel de formación de nuestro tejido empresarial, al predominio de empresas familiares, al sentido paternalista que muchos empresarios tienen con sus empleados y y a la creencia de que el éxito se consigue a base de ser más «listo» que los demás. También es verdad que afortunadamente esta tendencia está cambiando, pero aún muy lentamente.
Tal vez, si hiciésemos un estudio sobre el nivel real de conocimiento que tienen nuestros empresarios sobre lo que es la cultura empresarial y lo que implica prestarle atención y cuidado de cara a la obtención de resultados, nos sorprenderíamos de la escasa información e interés que existe.
Pero, lo que me resulta más preocupante en estos momentos es el discurso muy enquistado que existe al respecto en el seno de las organizaciones empresariales. Dicho discurso se centra en considerar que ahora todo lo que se relaciona con atender a aspectos intangibles, cuyo retorno no sea inmediato, es percibido como un gasto (no una inversión) y, además, como un gasto inútil. Insisto que no refleja a muchas empresas, pero aún es un planteamiento muy extendido, demasiado extendido.
Es, además, una idea que tiene su base de apoyo fundamental en la situación de la cuenta de resultados que arrojan la mayoría de las organizaciones. Y, sin duda, éste es un obstáculo muy importante.
Pero a veces se olvida algo fundamental. En este nuevo escenario en el que estamos, donde la competitividad es brutal, en el que las fronteras ya no cuentan, la mejor manera, y creo que la única, de poder ser competitivos y «tener éxito» es apoyarse en una cultura empresarial bien definida, que prime la excelencia.
Para conseguir acceder a la excelencia han de darse estos requisitos básicos:
- Apostar por una política basada en I+D+I. Eso implica saber transformar la información en conocimiento para la empresa, desarrollar dicho conocimiento y que ello se traduzca en retorno de posibilidades de inversión.
- Tener una comunicación claramente definida y ejecutada(tanto interna como externa), basada en la transparencia, en el conocimiento de nuestro target objetivo, en el compromiso con dicho target (sus necesidades y demandas), en una política de RRHH que fomente la motivación y el compromiso de los empleados, que los conozca y los «cuide», que éstos sean auténticos embajadores de los valores y la misión de la empresa, y que dicha empresa disponga de una estructura organizativa y funcional idónea.
- Por último, dotar de una personalidad definida y concreta a nuestro producto/marca, que le diferencie de la competencia, y que esa diferenciación sea generadora de valor en la cadena de valor.
Sin duda, se podrían señalar muchos más aspectos, pero considero que éstos son básicos para poder encaminarnos a la excelencia.
¿Por qué centrarme en la excelencia, ahora que parece que la competitividad viene casi exclusivamente por vía precio? Sencillamente porque estoy convencido que las empresas que ofrezcan calidad (calidad global), que sepan anticiparse a las demandas y necesidades de los clientes y del target potencial, que sepan visibilizarse y empatizar con su entorno, y que mantengan una actitud de sensibilidad social, si consiguen todo ello, el precio no será el motor de posicionamiento fundamental.